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domingo, 1 de noviembre de 2020

IMPORTANTE para la entrega de trabajos

Además de contestar las preguntas de la guía, es muy importante que citen las fuentes bibliográficas que usaron para responder.
Recuerden utilizar las Normas APA para redactar los pie de página y la bibliografía. En caso de haber utilizado búsqueda bibliográfica o consultas en Internet, en cualquiera de las bibliotecas recomendadas, tambien respetar esta consigna.

Espero sus trabajos

lunes, 22 de noviembre de 2010

"MEMORIA DE MIS PUTAS TRISTES”: Literatura odiosa

Por Sonia Gómez Gómez/El Colombiano

Mientras el país se da golpes de pecho, se rasga las vestiduras, se asombra y se pregunta por qué crecen las cifras de violencia sexual contra los menores de 14 años, especialmente contra las niñas, nuestro Nobel y sus editores se llenan los bolsillos de plata con la Memoria de mis putas tristes que recrea las aventuras de un anciano que empieza su relato contando cómo “el año de mis noventa años quise regalarme una noche de amor loco con una adolescente virgen... Me acordé de Rosa Cabarcas, la dueña de una casa clandestina que solía avisar a sus buenos clientes cuando tenia una novedad disponible...”.

La novedad disponible para el antañón de marras fue, por supuesto, “una virgencita de 14 años... morena y tibia. La habían sometido a un régimen de higiene y embellecimiento que no descuidó ni el vello incipiente del pubis. Le habían rizado el cabello y tenía en las uñas de las manos y los pies un esmalte natural, pero la piel color de la melaza se veía áspera y maltratada. Los senos recién nacidos parecían todavía de un niño varón, pero se veían urgidos por una energía secreta a punto de reventar... Un tierno toro de lidia”.

¿Qué novelón tan parecido a la realidad? ¡Ah, pero claro! es que estamos en el mundo del realismo mágico, en el mundo de las miles de “puticas tristes” que no lo son porque les da la gana, sino, precisamente porque una cultura machista, perpetuada por la literatura, por los textos escolares, por la tradición, ha enseñado a los varones que tienen derecho a darse esos gustazos con virgencitas indefensas, con pieles ásperas y maltratadas.

Qué odiosa es literatura que reproduce el esquema de la mujer objeto; esa literatura que se vende como pan caliente y llega a los salones de clase y se convierte en un texto obligado, para que a los chicos no se les olvide que a los 20, los 40, los 80 o los 90, la sociedad les da el derecho de quitarle la ropa a una niña y violarla, sin que nadie le importe su indefensión, y su desgracia.

Yo protesto contra esta literatura sexista, venga de donde viniere, así el autor de marras se llame Gabriel García Márquez, que más bien debería haberse ocupado, a estas alturas de la vida, por contarnos historias que nos den luces para salir de esta noche negra de Colombia, donde los niños y especialmente las niñas, se han convertido en carne tierna para roedores humanos.

Yo me uno al coro de muchas mujeres que como yo estamos indignadas con la tal novela de las putas tristes, porque ya estamos cansadas de que la literatura hable de las putas que venden su cuerpo por el hambre y de que guarde silencio ante los “putos” de todas las pelambres que se acuestan con niños y niñas, no por hambre, sino por saciar sus inseguridades y por reafirmar un poder que no tienen.

¡Por Dios, señora, si es sólo ficción!, dirán algunos. Pero cito a Florence Thomas cuando escribe: “el lenguaje es el fundamento de la reproducción del sexismo; es un aparato de construcción y de representación de la realidad y por consiguiente de la acción sobre ella por medio de elaboraciones simbólicas. A través de él internalizamos ideas, imágenes, modelos sociales y concepciones de lo femenino y de lo masculino, entre otras. En este sentido no habrá ni devenir femenino, ni nuevos sujetos, si dejamos el trabajo sobre lo simbólico y sobre el lenguaje, todo ese sistema de representaciones del mundo que conforman los pilares de nuestras identidades.

Este domingo, en el suplemento Generación, de El Colombiano Fernando Rodríguez L., director del suplemento cultural Blanco y Negro del diario madrileño ABC, argumenta que esta novela tiene prosa de maravilla pero una historia sin fuerza, endeble, mínima y aburrida. De acuerdo, y agrego: qué bueno que a la literatura se le despegue la aguja que marca siempre hacia burdeles llenos de putas y no hacia ellos como epicentro de una tragedia social que crece con el hambre y las desigualdades.

Fuente: El Colombiano, 29 de octubre 2004.
http://www.mujereshoy.com/secciones/2615.shtml

domingo, 21 de noviembre de 2010

ESTAMOS PROGRAMADOS PARA SER LIBRES

François Ansermet y Pierre Magistretti presentaron en Buenos Aires 'A cada cual su cerebro', libro que carga con el desafío de 'reconciliar' a dos enemigos no declarados: las neurociencias y el psicoanálisis. Para los científicos suizos, la "neuroplasticidad" es la prueba de que "estamos genéticamente programados para no estar genéticamente programados". Entrevista.

Podría decirse que por primera vez las neurociencias y el psicoanálisis están a punto de firmar las paces. Al menos ese es el desafío que proponen el psicoanalista François Ansermet y el neurobiólogo Pierre Magistretti en su reciente obra 'A cada cual su cerebro', publicada en francés, alemán, japonés, inglés y español. Como si el tema del libro fuera poco desafiante, los expertos suizos eligieron Buenos Aires para lanzarlo formalmente en Argentina, única ciudad del mundo donde te preguntan '¿Con quién te psicoanalizás?' con idéntica naturalidad con que te preguntan por tu peluquero.

Durante su paso por la metrópoli argentina, swissinfo se reunió con los especialistas en la sede de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), donde conversaron sobre neurociencias, psicoanálisis, Sigmund Freud, los profesionales argentinos y el papel de Suiza en la investigación neurocientífica.
swissinfo: ¿Cómo llegan a Argentina a dar esta conferencia?

Pierre Magistretti: Es la invitación conjunta de la Embajada de Suiza en Buenos Aires y la casa editorial KATZ que publicó nuestro libro y nos propuso dar este seminario en la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA).

swissinfo: ¿Representó un desafío presentarlo en Argentina, un país donde su población se inscribe entre las más psicoanalizadas del mundo? (Risas de ambos)

P. M.: De alguna manera sí fue un desafío porque, aunque conocíamos de nombre la plataforma que nos esperaba aquí, queríamos verla personalmente, y ahora que estamos en Buenos Aires desde hace dos días y pudimos tener encuentros con psicólogos y profesionales nos ha parecido muy interesante.

François Ansermet: Estábamos muy contentos de que se tradujera el libro en Argentina. Para nosotros era muy importante ya que somos conscientes de que es un debate actual y muy presente dentro de la cultura argentina. Encuentro, dentro de los profesionales que he conocido aquí, un abanico de pensamiento muy abierto, dado que nuestro libro se interroga sobre un nuevo paradigma, que es la plasticidad, y en las reuniones que hemos tenido estos días se pudo discutir abiertamente sobre los conceptos del libro.

swissinfo: Considerando que las corrientes psicoanalíticas de Argentina son muchas y variadas (freudianos, lacanianos, kleinianos, junguianos, entre otras), ¿desde qué corriente encuentran mayor aproximación a la neurociencia?

P. M.: ¿En Argentina o en el mundo?

swissinfo: A escala internacional...

P. M.: Creo que no es una cuestión de 'escuela' o 'corriente'. Pienso que se trata más bien de una cuestión de 'individuo'. Hay quienes son sensibles y se interesan sobre este tema, otros que están fascinados, otros que critican y otros que ni siquiera critican y descartan el tema.

F. A.: El psicoanálisis vive también a partir de la investigación. Debe estar abierto porque no es un dogma detenido ni estático, sino una obra abierta que tiene que seguir respondiendo constantemente a nuevas preguntas, a partir de nuevos elementos clínicos que van surgiendo o de avances que se producen en la lingüística, en la literatura y, principalmente, en la biología, donde hay grandes movimientos, por ejemplo con la cuestión del genoma humano y de la plasticidad que, digamos, tiene que cuestionar todo el tiempo a la psicología.

swissinfo: ¿Cuando hablamos de 'plasticidad', nos referimos a transformación, adaptación, un cambio necesario...?

P. M.: Esa es una pregunta muy interesante. Se trata fundamentalmente de la capacidad del cerebro de inscribir la experiencia dejando una 'huella'. Se ha estudiado mucho esto en el aprendizaje cognitivo, en la memoria, pero nosotros creemos que también hay otros mecanismos que entran en juego y que también son centrales para la conformación del inconsciente.

F. A.: Ahora, ¿qué es una 'huella' y para qué sirve? Una huella es una necesidad. Por ejemplo, en un lactante la situación de desamparo es tal que no puede descargar solo la excitación que tiene adentro y necesita la acción de otro, algo que se demuestra en todo el destino trágico que tienen los chicos abandonados. La acción de otro implica la descarga de la excitación y la inscripción de una 'huella'. Y en este caso la 'huella' tiene una función protectora con respecto a la ausencia, es una necesidad...

swissinfo: ¿Qué paralelismos podrían trazarse entre esta 'huella sináptica' y la 'huella psíquica' a la que hacía referencia Freud?

P. M.: Digamos que la experiencia deja una huella en la red neuronal que tiene la capacidad de asociarse a otras huellas y crear una realidad alternativa inconciente. Ahí entra en juego la 'plasticidad'. El fenómeno de la 'plasticidad' demuestra que la experiencia deja una 'huella' en la red neuronal, al tiempo que modifica la eficacia de la transferencia de información a nivel de los elementos más finos del sistema. Es decir que más allá de lo innato y de cualquier dato de partida, lo que es adquirido por medio de la experiencia deja una 'huella' que transforma lo anterior.

F. A.: Es justamente por la 'plasticidad' que se crea esa discontinuidad que abre al sujeto a lo imprevisto, a la libertad. La experiencia modifica permanentemente las conexiones entre las neuronas; y los cambios son tanto de orden estructural como funcional. El cerebro es considerado, entonces, como un órgano extremadamente dinámico en permanente relación con el medio ambiente, por un lado; y con los hechos psíquicos o los actos del sujeto, por otro.

swissinfo: ¿En qué sentido 'abre' al sujeto a la libertad?

F. A.: En el sentido de que estamos genéticamente programados para no estar genéticamente programados. O en otras palabras: estamos genéticamente programados para ser libres. Nada puede predeterminar cuál va a ser nuestra próxima acción.

swissinfo: ¿Tiene que ver esto, de algún modo, con una especie de instinto de supervivencia?

F. A.: Voy a hacer un razonamiento absurdo: si no hubiera 'huella' el sujeto sería destruido por su misma materia viva. El sujeto es una defensa contra el real pulsional. Hay una pendiente hacia la destrucción, por lo tanto hay fuerzas que resisten a dicha destrucción y la inscripción de la huella es una marca para la vida. Hay una necesidad biológica de la huella, una necesidad a lo psíquico, porque la persona en potencia está inacabada, lo que permite el encuentro.

swissinfo: ¿Por qué se habla de enfrentamiento u oposición entre neurociencia y psicoanálisis?

P. M.: ¿Por qué?, nos preguntamos nosotros también (risas) Para mí, a priori, no hay oposición. Toda disciplina puede tener posiciones cerradas, dogmáticas y reduccionistas que evitan el encuentro, pero para nosotros, claramente, no hay oposición.

F. A.: A menudo se ha opuesto causalidad psíquica y causalidad orgánica, que si se hubiera encontrado un gen o un elemento biológico de una enfermedad mental, en ese momento esa enfermedad hubiera abandonado el campo de la psiquiatría. Es como si la psiquiatría tuviera miedo de que las neurociencias le redujeran su campo de acción. Pero, en realidad, es todo lo contrario, porque la 'plasticidad' muestra que la experiencia deja una huella, por lo tanto los factores epigenéticos desempeñan un gran papel... por eso se llama a las neurociencias.

P. M.: Hay ciertas corrientes de neurociencias que piensan que el psicoanálisis no es una ciencia, que es algo vago, que no puede ser demostrado, y por lo tanto no puede ser interesante.

swissinfo: Y para ustedes, ¿el psicoanálisis es una ciencia?

F. A.: Sí, porque la psicología procede del sujeto de la ciencia. Pero existen en la ciencia 'pseudociencias' que ponen en duda el sujeto, la singularidad del sujeto. La plasticidad y las neurociencias reintroducen el sujeto en el camino de la ciencia.

swissinfo: ¿Cómo trabajan el tema de las neurociencias en Suiza?

P. M.: Yo codirijo el 'Brain and Mind Institute' que depende de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL) y es un centro de investigación con más de 180 personas, doce profesores, sesenta posdoctorandos, más de cien doctorandos, y depende del Fondo Nacional Suizo para la Investigación Científica y algunos fondos europeos. En este sentido, creo que Suiza se sitúa en la vanguardia dentro de Europa.

swissinfo: En Argentina, desde hace unos años, hay una especie de 'moda' de las neurociencias, y se discute en algunos campos si están más cerca de la filosofía o de la psicología. ¿Existe alguna distinción entre estas aproximaciones?

P. M.: El punto focal de esto es la investigación experimental. A partir de ahí se puede enriquecer explorando otras ciencias, como la filosofía, la neuroeconomía que acaba de aparecer... Pero lo fundamental es la investigación.

swissinfo: ¿Cuáles han sido los aportes de la neurociencia en los últimos años?

P. M.: Es una pregunta que requiere mucho tiempo para responderla. Pero a grandes rasgos, diría que hace 20 años había muchos avances en los mecanismos celulares y moleculares que explicaban el funcionamiento cerebral, por ejemplo a través de la plasticidad. y ahora se están reuniendo todos estos conocimientos y se está buscando una visión integrada del funcionamiento del cerebro.
Entrevista swissinfo: Norma Domínguez, Buenos Aires 14 de octubre de 2007 - 10:14

DYSHARMONIE DU COUPLE PARENTAL

por Jacques Lacan
Les analystes ont insisté sur les causes de névroses que constituent les troubles de la libido chez la mère, et la moindre expérience révèle en effet dans de nombreux cas de névrose une mère frigide, dont on saisit que la sexualité, en se dérivant dans les relations à l'enfant, en ait subverti la nature : mère qui couve et choie, par une tendresse excessive où s'exprime plus ou moins consciemment un élan refoulé; ou mère d'une sécheresse paradoxale aux rigueurs muettes, par une cruauté inconsciente où se traduit une fixation bien plus profonde de la libido.

Une juste appréciation de ces cas ne peut éviter de tenir compte d'une anomalie corrélative chez le père. C'est dans le cercle vicieux de déséquilibres libidinaux, que constitue en ces cas le cercle de famille, qu'il faut comprendre la frigidité maternelle pour mesurer ses effets. Nous pensons que le sort psychologique de l'enfant dépend avant tout du rapport que montrent entre elles les images parentales.

C'est par là que la mésentente des parents est toujours nuisible à l'enfant, et que, si nul souvenir ne demeure plus sensible en sa mémoire que l'aveu formulé du caractère mal assorti de leur union, les formes les plus secrètes de cette mésentente ne sont pas moins pernicieuses. Nulle conjoncture n'est en effet plus favorable à l'identification plus haut invoquée comme névrosante, que la perception, très sûre chez l'enfant, dans les relations des parents entre eux, du sens névrotique des barrières qui les séparent, et tout spécialement chez le père en raison de la fonction révélatrice de son image dans le processus de sublimation sexuelle.

Prévalence du complexe du sevrage

C'est donc à la dysharmonie sexuelle entre les parents qu'il faut rapporter la prévalence que gardera le complexe du sevrage dans un développement qu'il pourra marquer sous plusieurs modes névrotiques.

Le sujet sera condamné à répéter indéfiniment l'effort du détachement de la mère - et c'est là qu'on trouve le sens de toutes sortes de conduites forcées, allant de telles fugues de l'enfant aux impulsions vagabondes et aux ruptures chaotiques qui singularisent la conduite d'un âge plus avancé; ou bien, le sujet reste prisonnier des images du complexe, et soumis tant à leur instance léthale qu'à leur forme narcissique - c'est le cas de la consomption plus ou moins intentionnalisée où, sous le terme de suicide non violent, nous avons marqué le sens de certaines névroses orales ou digestives; c'est le cas également de cet investissement libidinal que trahissent dans l'hypocondrie les endoscopies les plus singulières, comme le souci, plus compréhensible mais non moins curieux, de l'équilibre imaginaire des gains alimentaires et des pertes excrétoires.

Aussi bien cette stagnation psychique peut-elle manifester son corollaire social dans une stagnation des liens domestiques, les membres du groupe familial restant agglutinés par leurs "maladies imaginaires" en un noyau isolé dans la société, nous voulons dire aussi stérile pour son commerce qu'inutile à son architecture.
http://www.psychanalyse-en-ligne.org/

martes, 1 de diciembre de 2009

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jueves, 24 de septiembre de 2009

CONSENTIMIENTO INFORMADO EN PSICOTERAPIA

Psic. Reynaldo NOGUEIRA
Miembro del Tribunal de Disciplina
Colegio de Psicólogos de la Pcia. de Buenos Aires, Distrito XI, La Plata

El consentimiento informado es de muy reciente incorporación en el ámbito de nuestra profesión colegiada: como norma deontológica prescriptiva, de conocimiento y cumplimiento obligatorio, se incluye taxativamente en nuestro Código de Etica Provincial cuando a éste se anexa, con carácter supletorio y en su art.3 inc. "d", el Código de Etica Nacional (Resolución nº 729 del Consejo Superior del Colegio de Psicólogos de la Pcia. de Bs. As., 18-08-2000), aprobado en 1999 por la Federación de Psicólogos de la República Argentina (FePRA). Allí figura, como primera regla, la correspondiente al consentimiento informado.

No es que hasta el momento los psicólogos hubiésemos carecido de referentes en nuestros Códigos en relación al tema, o que hubiésemos esperado a tener normas categóricas para ser éticos; siempre hemos sabido que nuestro oficio entraña, además de una responsabilidad obligatoria, una obligación responsable; y es justamente desde tal responsabilidad que, en esta ocasión, vamos a someter a juicio crítico, la “obediencia debida” al imperativo legal que supone la regla, no sea que por atender formal y burocráticamente a su letra nos llevemos por delante el espíritu que la habita.

Antecedentes del consentimiento informado. Primera vertiente.

Lo de “obediencia debida” viene a cuento, ya que fue el argumento con que pretendieron excusarse los criminales de guerra en el Juicio de Nüremberg.

A partir de las atrocidades verificadas (sobre todo en el campo biomédico experimental) surgieron, como reparación moral de la sociedad en su conjunto, una serie de normas éticas (Código de Nüremberg; 1947), base insoslayable de los códigos profesionales posteriores, y cuya primera regla se refiere al consentimiento voluntario. Etica social en juego; ética profesional deontológica; área inicial entonces en relación a la medicina y la experimentación.
El “respeto por la persona humana”, como noción resultante de este novedoso posicionamiento moral, posibilita convenir, enunciar y promover los DDHH en lo que ahora se reconoce, dentro de las prácticas profesionales, como interacciones (dialógicas) intersubjetivas, que ya no toman al otro como objeto de una práctica, sino como un sujeto igualitario, caracterizado en razón de su libertad y dignidad. El modelo paternalista (clásico; vigente desde la Antigüedad) de la relación profesional, efectuado desde el principio filosófico de la beneficencia –y no maleficencia- (hacer el bien por el otro, aún sin su consentimiento), deja lugar a un nuevo modelo basado en el principio de la autonomía, expresado en una relación contractual, donde el semejante aparece como el titular de sus derechos (a contemplar y respetar).

Se acrecienta la significación del concepto de persona; de ciudadano; de usuario de servicios; las minorías (también las de los pacientes; década del ‘60, EEUU) comienzan a tener un lugar incipiente en el discurso político de la época, que toma en cuenta los derechos civiles y de los consumidores. “El ocaso del paternalismo y la mayor participación del paciente en las decisiones plasman nuevos modelos de relación terapéutica que apelan al principio de autonomía, el cual no sólo es doctrina moral sino también requerimiento legal (consentimiento informado) en muchos países; ...; el sustancial aporte de la Bioética a la medicina (aunque su influencia se extiende a las profesiones vinculadas con la salud mental), introduce la noción de sujeto moral, es decir, la consideración del paciente como agente racional y libre, a quien se le debe respetar sus derechos a saber y decidir, bajo la fundamentación del principio de autonomía” (Mainetti).

La otra vertiente a considerar como determinante, en el énfasis progresivo que conlleva la atención sobre el consentimiento informado, remite a los juicios por Mala Praxis, a partir de la asunción de estos nuevos derechos (al conocimiento y a formar parte de las decisiones que los involucran) por parte de los pacientes. Existen al respecto, también estudiados desde la Bioética, casos paradigmáticos (Tarasoff).

Nos referíamos al principio, a la innovación que supone la inclusión específica de esta temática para la moral profesional de los psicólogos; pero recordemos que es así en primer lugar para nuestra sociedad toda, quien hasta no hace mucho más de medio siglo (Nüremberg) no se había expedido resolutivamente al respecto; y similar criterio se expone para los DDHH en general.

El reconocimiento y respeto a la autodeterminación de los pacientes, según vamos viendo, no era prácticamente considerado en la concepción de paternalismo beneficente que nos ha venido acompañando desde siempre, y que recién a comienzos de los ‘70 comienza a revisarse críticamente (en EEUU). Señalemos que para nuestra Latinoamérica hay que sumar, a la inercia que resiste las innovaciones, la tradición conservadora de la iglesia católica; la continuidad, para el médico, del aura sacerdotal indiscutida; y también formas paternalistas-autoritarias de gobierno, que no han precisamente alentado democratizaciones sociales y/o individuales en el interior de las diferentes prácticas profesionales.

Si recapitulamos brevemente lo hasta aquí estimado, apreciamos en este análisis que una línea subraya (a partir del campo de la medicina y de la experimentación biomédica), el rescate de la persona humana en su dignidad y libertad, de donde se revela un sujeto jurídico inviolable como persona y como ciudadano, titular de sus DDHH en general. Luego, a partir del aporte de la Bioética a la medicina, se introduce el sujeto moral autónomo (como ya dijimos, caracterizado como racional y libre).

Y en la otra línea, los juicios por mala praxis que comienzan a sucederse, nos indican que este sujeto jurídico y moral, instalado en sus derechos ahora reconocidos (y que por cierto representa para todos nosotros el progreso moral y civil de nuestras leyes) aparece, en el campo de la “litis” profesional, reclamando por supuestas transgresiones a la observancia de tales derechos. Y esto es vivido por los profesionales, al mismo tiempo, tanto como una coacción al cumplimiento de la regla deontológica, cuanto como una amenaza.

En confirmación de esto último, veamos qué denota el planteamiento editorial que al respecto hace FePRA en su página en la web; allí, en “Responsabilidad Profesional”, se expresa: “En el caso del Consentimiento Informado, muy pocos psicólogos saben que lo hemos incluído en el Código de Etica Nacional, que no reemplaza al Código de una determinada provincia, pero se lo considera un avance en el unificar criterios para consolidar nuestro colectivo profesional. Por ejemplo, el consentimiento informado no estaba en ninguno de los códigos provinciales y por eso se agregó en este nacional. Hace al derecho del paciente a recibir información y tiene que ver con un acto libre y voluntario. Esto es más fácil decirlo que hacerlo, pero es algo de lo que tenemos que hacernos cargo en función de esta realidad de judicialización de las prácticas profesionales”(los subrayados me pertenecen).

Observemos que, al mismo tiempo, se señala la ignorancia, el desconocimiento de la regla (por no hablar de sus fundamentos); se reconoce la dificultad de su cumplimiento; pero igualmente se impone el mandato en previsión de consecuencias legales (cumplir no se sabe bien qué; ni de qué modo; ni desde qué bases, pero igualmente cumplir la regla, bajo amenaza de perjuicio).

Las dos vertientes históricas del consentimiento informado (ya aludidas) reaparecen aquí, prácticamente sin ninguna superación en su expresión, dicotomizadas entre una aceptación plena (social; profesional; y personal) por parte del psicoterapeuta, de los DDHH que reconoce en el sujeto de su práctica (sujeto jurídico y sujeto moral libre y autónomo); y una propuesta profesional-instrumental (que además debe ser desde él incluída) de mero cumplimiento burocrático y formal, deontologista, legalista, claramente a la defensiva (aún cuando sea realizada supuestamente en reconocimiento de los derechos a la autonomía del paciente).

Así planteada la situación, encierra una trampa lógica: el solo cumplimiento de la regla (irreprochable, inexcusable e insoslayable en el ámbito jurídico y moral social), transportada acrítica y coactivamente al ámbito terapéutico, iría realmente en contra del principio de autonomía más profundamente definido. Autonomía del paciente y del terapeuta, quien se vería afectado en lo más profundo de la dirección de la cura que lleva a cabo.

Los psicólogos hemos reconocido desde siempre el valor de la autonomía para nuestros pacientes; pero (y este no es un dato menor), la mayoría incluímos como lectura (desde Freud) en las subjetividades de quienes nos consultan, la dimensión de Inconsciente; de sujeto del inconsciente : y éste no es el sujeto jurídico ni el sujeto moral (racional y libre); aquí la autonomía, más que un valor legal y/o moral a reconocer de entrada, es un hecho a promover, desde una implicación y responsabilización subjetiva; y ocurre en el interior de un proceso terapéutico donde si hay algo de esto que cosechar, será más bien al final que al principio.

Por supuesto que queremos razón, libertad y conciencia para nuestros pacientes; pero no las damos por hechas: todos los días afrontamos en nuestro oficio los obstáculos que impone lo pulsional, lo irracional; como asimismo las leyes, las morales y aún las instancias que de ello (Ello) dan cuenta. Sabemos de las determinaciones que obstaculizan la libertad y al mismo tiempo apaciguan la angustia (la angustia es el precio que se paga por la libertad, y no todos quieren o pueden pagarlo, aún a costa de la esclavitud o la objetalización); en ocasiones nos sorprende lo inconsciente, donde aparece una forma impensada de nuestra verdad, a menudo de manera contradictoria con la de aquél sujeto moral, tan espléndidamente racional y libre, que en algún lugar social se nos reconoce de entrada, por la sola condición de persona, de ser humano (y es bueno, repetimos, que esto suceda, pero en otro lugar).

Si el terapeuta, en “obediencia debida”, bajo coerción por las probables consecuencias jurídicas del incumplimiento, intrusiona (en el marco del tratamiento por él dirigido y tras el ropaje de un acto respetuoso de la autonomía de su paciente) con un contenido que le es propio y en relación a su propio bien, sería equivalente a mezclar iatrogénicamente (tal vez persecutoriamente) diferentes categorías de sujetos (sujeto jurídico/moral/del inconsciente); y esto sí que no es bueno para nadie.

Pero, ¿qué debe decirse, entonces; qué es bueno que se diga? cómo; cuándo; a quién?.

Si la intención fuera cubrirse el terapeuta de un riesgo previsto, tal reaseguramiento podría quizás expresarse en una fórmula inespecífica, general (un formulario), que contemplara (con el debido asesoramiento legal) las variantes posibles del consentimiento informado, a considerar en sus modos y contenidos (capacidades legales; intelectuales; emocionales; etc.); o en una fórmula específica, adecuada a cada caso particular, pero de iguales características e intenciones. Firmado por el paciente al comienzo de la práctica (para garantizar la existencia del procedimiento), debiera ser suficiente para salvar el requisito legal. Pero, al mismo tiempo, estaría ingresando desde el terapeuta (desde afuera; desde “otro”) un contenido ajeno (enajenante?) a las formas y tiempos en que una subjetividad logra desplegarse.

Al decir de un colega: “mientras cumplo con la regla, dónde queda el tratamiento?; y de otro colega: “no me veo con un paciente obsesivo explicándole por enésima vez, para su goce (y mi desesperación!), la diferencia entre, por ej., la terapia primal, la psicología transpersonal y la programación neurolingüística; no solamente estaría actuando yo a la defensiva, sino que al mismo tiempo le estaría haciendo el juego a su resistencia”.

Cómo salir del dilema: si no cumplo, puedo ser demandado y sancionado; si cumplo, altero anticipadamente (desde mí) un campo que debiera estar vacío, en lo posible, como condición para que allí se aloje, a través de un proceso siempre renovado, la posibilidad de una subjetivación responsable, vale decir, que el sujeto en cuestión se responsabilice “de pleno derecho” (Gariglia), no solamente de derecho (o de moral), por su acto.

A todo esto, ¿alguien se habrá preguntado por el respeto a la autonomía del terapeuta?.

Precisemos un poco más; dice el Código de FePRA:

1.- Consentimiento informado.

1.1.- Los psicólogos deben obtener consentimiento válido tanto de las personas que participan como sujetos voluntarios en proyectos de investigación como de aquéllas con las que trabajan en su práctica profesional. La obligación de obtener el consentimiento da sustento al respeto por la autonomía de las personas, entendiendo que dicho consentimiento es válido cuando la persona que lo brinda lo hace voluntariamente y con capacidad para comprender los alcances de su acto; lo que implica capacidad legal para consentir, libertad de decisión e información suficiente sobre la práctica de la que participará, incluyendo datos sobre naturaleza, duración, objetivos, métodos, alternativas posibles y riesgos potenciales de tal participación. Se entiende que dicho consentimiento podrá ser retirado si considera que median razones para hacerlo.

1.2.- La obligación y la responsabilidad de evaluar las condiciones en las cuales el sujeto da su consentimiento incumben al psicólogo responsable de la práctica de que se trate. Esta obligación y esta responsabilidad no son delegables.

Pero también nos dice, en sus “Normas Deontológicas”, que las reglas “no son exhaustivas; no implican la negación de otras no expresadas que puedan resultar del ejercicio profesional consciente y digno”; y que “confrontados con tal situación, los psicólogos deben conducirse de manera coherente con el espíritu de este Código”.

Al respecto señalábamos, anticipándonos, desde el T.D. (R. Nogueira; “Ante la Ley”; 1er. Congreso Provincial de Psicología, Mar del Plata, 1994): “Igualmente provechoso sería, con el tiempo, un seguimiento de la adecuación del Código a las circunstancias novedosas y cambiantes de la realidad que nos convoca, para estimar su eficacia y fundamentar, de ser necesario, su evolución”. Es decir, el Código como un organismo vivo en contacto con la realidad, expuesto a cambios en sus contenidos e interpretación, adaptándose activa y creativamente a los tiempos, como quiere el mismo Código.

Perspectiva del Tribunal de Disciplina.

Desde el T.D. nos alienta una razón práctica que nos hace interesarnos en el tema; vamos a ser nosotros, desde el poder disciplinario conferido por la Ley, quienes debamos expedirnos al respecto; por eso es útil que vayamos reflexionando acerca de estas cuestiones.

En el dictamen correspondiente a una de las causas que entendiera el T.D., D XI, se expresa (1995): “Resulta indispensable...tener en cuenta que la Ley normatiza las responsabilidades profesionales con un nivel amplio de abstracción y generalización, de ahí que las Reglamentaciones y Códigos las tipifiquen para áreas más circunscriptas y específicas. A pesar de esto, el campo de la ética profesional se resiste a una particularización esquemática en su letra, debiendo por lo tanto el T.D., en cada caso, interpretar a su leal saber y entender, desde su más íntima y racional convicción, cuál es el espíritu a rescatar de la norma en cuestión ( en tanto dicho análisis no desatienda o tergiverse su letra)”; y también: “...debemos en estas circunstancias ser especialmente cuidadosos, ya que estamos interviniendo sobre el buen nombre y honor de los matriculados sometidos a nuestra jurisdicción, a quienes debemos asegurar un procedimiento respetuoso y justo, un tratamiento responsable de las causas que pudieran involucrarlos, para intentar lograr que imperen, por nuestra mediación, los criterios de racionalidad, ecuanimidad y rescate del espíritu en que se fundan nuestras normas”.

Desde el margen de libertad responsable que nos dan los anteriores argumentos, el T.D. podrá contribuir extendiendo y profundizando la interpretación de la norma del Consentimiento Informado, a fin que no se soslaye el sentido de su cumplimiento con un simple formalismo defensivo, tal vez iatrogénico; o que su omisión, en los términos solamente generales y puntuales de su expresión (por ej. escrita), no prejuzgue acerca de su cumplimiento efectivo.

Debiéramos analizar, como siempre lo hacemos en la función tribunalicia, el “caso por caso”, desde cada orientación psicoterapéutica (porque todos los casos son diferentes); establecer de qué sujeto se trata en cada práctica; y dejar a criterio y responsabilidad del profesional interviniente el manejo fundamentado de los tiempos, modos, contenidos, interlocutores, cantidad y calidad de información suministrada, oportunidad, etc.

No privar de autonomía a quien justamente aspira a promoverla en sus pacientes, en aras de un cumplimiento que no estaría acorde con las necesidades intrínsecas de su acto, ni con el principio fundamental que anima la regla.

Ni acatamiento acrítico, entonces, ni propiciar un desentendimiento o una desobediencia vacua e inconducente que pudiera incriminarnos.

Lo hemos dicho en otra parte: “Una justicia ciega, pero no por ello corta de vista”.

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

  • Bruno, A.H.; “El médico psiquiatra como decisor terapéutico frente a los derechos del enfermo y sus familiares”; Psiquiatría Forense- Sexología- Praxis 2. Asociación Argentina de Psiquiatras, Vol.1; www.aap.org.ar/publicaciones/forense/Vol1/2nume2_02.htm
  • Calo, O.; “La investigación científica en los códigos deontológicos de los psicólogos argentinos”; en Psicología, Etica y Profesión: Aportes deontológicos para la integración de los psicólogos del Mercosur. (pp 87-104). Orlando Calo; Ana María Hermosilla, Compiladores. UN de Mar del Plata, Facultad de Psicología, 2000.
  • Calo, O.; “La interacción del profesional con los códigos”; Revista Argentina de Psicología, Etica Profesional, nº 45, (pp 25-36) Asociación de Psicólogos de Bs. As., 2002.
  • Código de Etica. Colegio de Psicólogos de la Provincia de Buenos Aires.
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sábado, 8 de agosto de 2009

ARTICULOS SELECCIONADOS

Hice una selección de artículos que están disponibles en la Red de Revistas Científicas de América Latina y el Caribe, España y Portugal, de la Universidad Autónoma del Estado de México. El link es http://redalyc.uaemex.mx/

La selección es a partir de la búsqueda de los términos ética y deontología; los invito a que los lean y consulten a partir de sus búsquedas personales.

ARGENTINA

Orlando CALO: ÉTICA Y DEONTOLOGÍA EN LA FORMACIÓN DEL PSICÓLOGO ARGENTINO

RESUMEN: La formación del psicólogo profesional no debe reducirse a una capacitación teórica y técnica. Su formación ética, tanto a través de los cursos del grado como en instancias diversas del postgrado, constituye un pilar fundamental que, en las Facultades argentinas, había sido limitado durante muchos años a la instrucción, básica pero insuficiente, en temas de la Etica filosófica.
En los últimos años, como efecto de los procesos políticos vividos en el país, la práctica de los psicólogos fue alcanzando lentamente la regularización legal que no había logrado durante los gobiernos dictatoriales y, con ello, el status profesional que merece. Una de las consecuencias de esta regularización legal fue la producción de un corpus deontológico, aún incompleto en el caso de algunas provincias, y que recién en 1.999 se concretó -a escala nacional- en un Código de Etica Nacional propio de la Federación de Psicólogos de la República Argentina (Fe.P.R.A.), institución que reúne a los distintos Colegios Provinciales y Asociaciones de psicólogos. La incorporación de estos temas en la formación de los psicólogos aporta la dimensión específicamente profesional que dejaba fuera el abordaje filosófico. La relación ética del psicólogo con los principios que sustentan su práctica y la relación de obligación profesional que tiene con el Código, no son necesariamente convergentes; aportar a los profesionales fundamentos que les permitan responder del mejor modo en los casos dilemáticos constituye el objetivo principal de la formación ético-deontológica.
http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=18400201&iCveNum=0

Ana María HERMOSILLA: PSICOLOGÍA Y MERCOSUR: LA DIMENSIÓN ETICA DE LA INTEGRACIÓN Y ANTECEDENTES DEL DEBATE EN ARGENTINA

RESUMEN: La integración de los psicólogos argentinos en el bloque Mercosur, específicamente en su dimensión ética, viene desarrollándose a partir del II Encuentro Integrador, realizado en Buenos Aires en octubre de 1995. En el presente trabajo se exponen los antecedentes y la actualidad del debate académico y profesional de la psicología en Argentina; para arribar luego a las acciones realizadas y al estadio en que se encuentra la comisión de Etica Profesional de los psicólogos del Mercosur.

http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=18400205&iCveNum=0

Ramón SANZ FERRAMOLA: LA ÉTICA Y LOS SABERES DE RECURSIVIDAD EN LA FORMACIÓN DE PSICÓLOGOS/AS

RESUMEN: En este trabajo partimos de la caracterización de la psicología en tanto ciencia y profesión, característica asentada en la tradición académica argentina que se remonta a los orígenes de la psicología como carrera de grado hacia fines de la década de 1950, y que llega a nuestros días. En función de ello, cuatro son las cuestiones que abordaremos. En primer término, el tema de los saberes que abarca la psicología para mostrar la necesariedad de dos dimensiones epistémicas íntimamente imbricadas: la discursividad y la recursividad, o, el saber y su otra, el metasaber. En segundo lugar, nos interesará situar la psicología como profesión en el ámbito de la praxis, más que en el lugar de la poiesis, remontando la distinción griega entre las implicancias de estas dos modalidades del “hacer”. Tercero, nos centraremos en la concurrencia y divergencia de la ética y la deontología, sus roles, límites y potencialidades dentro de campo psicológico, en general y de la moral científico-profesional en particular. Finalmente nos abocaremos a la definición y caracterización que, creemos, debe cumplir la ética y la epistemología en tanto saberes de recursividad en la formación de psicólogos/as.

http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=18400605&iCveNum=0

BRASIL

Francisco LANDA REYES: ÉTICA, TEORÍA DEL SUJETO Y ACCIÓN SOCIAL

RESUMEN: Se invita aquí a la discusión interdisciplinaria en torno a la pregunta ética, a partir de la propuesta psicoanalítica de una irresoluble inaprehensibilidad del sujeto, así como a la construcción conjunta del destino colectivo y la reformulación de lo social en dos profesiones que Freud denunciaba ya como imposibles: la psicoterapéutica, la pedagogía.

http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=27120103&iCveNum=0